Mid90s (2018): el dulce dolor de crecer
- Mariano Viza T.
- 14 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 4 días
Jonah Hill debutó como director en 2018 con Mid90s, un coming-of-age producido por A24 que explora los dilemas de la adolescencia, la búsqueda de una figura a seguir y la construcción de una identidad en medio del inminente crecimiento personal, mientras el protagonista descubre la dura realidad que enfrentan sus nuevos amigos.
Escribe Mariano Viza T.

Han pasado seis años desde que vi Mid90s por primera vez, y muchas cosas han cambiado. Para empezar, aquella vez la vi solo en inglés y sin subtítulos, y siendo sincero, me había parecido muy meh. Meses antes me había generado una expectativa muy grande por la película, y el resultado fue decepcionante en aquel entonces.
Hoy, habiendo pasado el tiempo necesario y subtitulada al español, me topo con una grata sorpresa y un justo revisionado para una historia que, a grandes rasgos y en su manufactura, puede ser simple, pero que posee mucha profundidad. Puede confundirse con una sports movie, ya que da la sensación de enfocarse en el skateboarding, pero va más allá: este es un mecanismo, un hilo conductor por el cual se unen todos los personajes de esta cinta.
Hill, contrario a su vida ostentosa desde pequeño, nos lleva a un barrio de niños marginales. Todos provienen de diferentes clases sociales y tienen distintos problemas, pero están unidos por una tabla de madera con llantas. A partir del cliché, nos muestra a un grupo variopinto de adolescentes revoltosos: el bruto, el pobre que quiere salir adelante, el rico que lleva una vida como un espiral hacia el fondo y el niño víctima de una madre drogadicta.
A ellos llega Stevie, cuyo hogar está marcado por la ausencia de una figura paterna, una madre que se enamora de todo hombre con el que se cruza y un hermano abusivo cuya única forma de trato es la del puño y los gritos. Aunque no se especifica la edad del protagonista, podría calcularse que tiene alrededor de 12 o 13 años como máximo, y vemos que está en búsqueda de su identidad, pero también de un hogar que vaya más allá de las cuatro paredes que tiene en su casa.

Aquí conoce la austeridad, el estancamiento, la búsqueda de un mejor mañana, pero también descubre que las personas a su costado pueden estar pasándola peor, o lo que genera el alcohol y el descontrol desmedido. Así, entre diálogos que pueden parecer sosos o inútiles, Hill retrata a un grupo de adolescentes que solo desean vivir y comerse al mundo.
Su final abrupto (o sin sentido) no busca, creo yo, cerrar la historia, sino darnos a entender que la vida seguirá para estos chicos, sea cual sea la decisión que tomen de ahora en adelante. Desde ser un skater profesional hasta un director de cine.
Que bonito volver a montar skate. Con fe saco más trucos aparte del ollie.
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