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Crítica de “F1: La película” (2025): vaqueros sobre ruedas

Actualizado: 5 jul

Nuevamente llega una película de carreras al cine, y esta vez es el turno de F1: La película, dirigida por Joseph Kosinski (Top Gun: Maverick) y protagonizada por Brad Pitt. ¿Cambia algo dentro del subgénero? Spoiler: no lo hace, pero no es necesario. Es excelente. Quizá esté en el top 5 de las mejores películas del 2025.


F1: La Película (2025)
"F1: La Película" (2025). Fuente: AugustMan

Empiezo esta crítica con dos observaciones necesarias, una desde la mirada cinéfila y otra desde la del aficionado a la Fórmula 1 (que no soy). Por un lado, soy un absoluto fanático de las películas de carreras. Ojo, me inclino más por el terreno que incluye Rush (Ron Howard) y Ford v Ferrari (James Mangold), antes que por la saga de Rápidos y furiosos y sus derivados. Prefiero mil veces ver películas que retraten este deporte antes que aquellas donde las carreras son solo excusa para contar historias de robos espaciales.


Por otro lado, mi interés por la Fórmula 1 en la vida real es nulo. Me parecen espectáculos aburridos. En el verano del 2024 intenté ver una carrera que ganó Verstappen, pero mientras a mis amigos les parecía increíble su ventaja, a mí se me hizo todo muy monótono. Eso puede ser un talón de Aquiles para esta película: quienes conocen las reglas del deporte, las especificaciones de estos autos y las marcas que compiten, podrían frustrarse con una historia que recurre constantemente a licencias de ficción, tanto para avanzar como para generar emoción. Dicho esto, si bien hay cosas que en la vida real no pasarían jamás, a mí me parecen maravillosas como espectador.


La premisa de F1: La película es simple: el veterano Sonny Hayes vuelve a la Fórmula 1 con la misión de levantar a un equipo casi extinto y, de paso, ser mentor del joven Joshua Pearce, que busca su primera victoria. A lo largo de sus casi dos horas y media seguimos una historia cargada de carros, choques y velocidad, pero que —si nos detenemos a pensar— es más bien la historia de un vaquero en busca de su último rodeo, mientras forma a quien ocupará su lugar.


Aunque hay antecedentes claros como Rush (2013), Ford v Ferrari (2019) o Le Mans (1971), F1: La película ingresa a ese grupo a su manera. En Rush vemos el enfrentamiento entre Niki Lauda y James Hunt; en Ford v Ferrari, la creación de un superauto para vencer a Ferrari; y en Le Mans, una historia más sensorial con un Steve McQueen que se enamora de la viuda de un colega. La de Kosinski, en cambio, es ficción pura, con cameos del mundo real, que cuenta una historia clásica: lo viejo enfrentándose a lo nuevo para alcanzar una victoria soñada.


La película no agrega nada nuevo al subgénero. De hecho, su estructura es clásica: el veterano que regresa, cuestionado por su edad y errores del pasado, y que debe guiar a un joven que no cree en sus métodos. A eso se suma un accidente traumático que lo marcó de por vida, y que regresa en forma de pesadillas. Esta estructura no solo es común en el cine deportivo, sino también en los westerns, como Shane (1953) o Unforgiven (1992). Vaqueros retirados que regresan una última vez, tal vez para morir en su ley.


Kosinski nos lleva por diversas carreras alrededor del mundo que sirven para reconstruir al personaje de Hayes y moldear al de Pearce. La relación entre ambos se construye a través de discusiones y choques en la pista. Lo nuevo se enfrenta a lo viejo, pero termina aprendiendo que, más allá de toda modernidad o análisis de datos, lo clásico también tiene su valor. Incluso podría leerse como una analogía con la historia del cine: cómo en distintas etapas, los nuevos talentos se han enfrentado y formado con la vieja escuela.


F1: La película, más allá de sus logradas secuencias de carreras perfectamente coreografiadas, es una historia sobre los últimos rodeos, ya sea en el deporte o en la vida misma. Kosinski entrega una cinta que es un deleite visual, pero también una experiencia emocional que merece ser vivida en una sala de cine, rodeado de un centenar de personas que, como uno, buscan esa descarga de adrenalina al cruzar la meta.


Espero haber dicho algo (mínimamente) importante.


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