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"The Last of Us" T2 (2025): un cierre insatisfactorio

  • Mariano Viza T.
  • 29 may
  • 4 Min. de lectura

La segunda temporada de The Last of Us llegó a su fin el pasado domingo. Esta vez, con menos capítulos y con un cliffhanger que para algunos encantó, para otros sorprendió y a mi me disgustó. Spoilers a continuación.


Escribe Mariano Viza T.

The Last of Us
"The Last of Us" T2 (2025). Fuente: Collider

Han pasado dos años desde el estreno de la primera temporada de The Last of Us y desde la última vez que vimos a nuestros protagonistas: Ellie (Bella Ramsey) y Joel (Pedro Pascal). La primera parte cerró con una mentira que permitió a Joel recuperar el vínculo que había perdido años atrás, y a Ellie, un cierre en relación con la aventura vivida a lo largo de nueve capítulos. En esta nueva entrega se abordan las consecuencias de esa mentira, cómo la relación entre los personajes principales se ha fracturado y la aparición de alguien que nunca esperaron: Abby (Kaitlyn Dever). Habiendo visto los siete capítulos que componen esta segunda temporada, puedo decir que, aunque hay episodios destacados, en conjunto no se siente satisfactoria, ni a nivel general ni mucho menos como antesala de una tercera entrega. No solo no supera a su antecesora, sino que deja un sabor amargo tras haber seguido la serie durante casi dos meses.


En esta segunda temporada de The Last of Us vemos las consecuencias de las decisiones de Joel y Ellie. Por un lado, la mentira de Joel no solo es revelada a Ellie durante la serie, sino que también es cobrada por Abby, hija del cirujano que habría desarrollado la cura contra el virus del cordyceps, y a quien Joel asesina al final de la primera temporada. Esta es la línea que la serie quiere explorar: las decisiones de los personajes y cómo estas los conducen a la muerte de Joel y lo que vemos durante el transcurso de la serie. No se trata de buenos contra malos, sino de perspectivas que chocan. Obviamente, hemos seguido a Joel y Ellie, por lo que nuestro corazón se inclina hacia quienes conocimos primero, pero si la historia hubiera comenzado del otro lado —con la perspectiva de Abby y su padre—, probablemente serían ellos quienes despertarían nuestra empatía. Los vínculos que se forman en el camino y cómo se fortalecen ante las dificultades me parecen el punto más fuerte de la temporada. Tanto el rompimiento entre Joel y Ellie como la relación de esta última con Dina son lo más atractivo. Me resulta mucho más interesante la parte humana de estos personajes, ya que es ahí donde se muestra su mayor vulnerabilidad. Prefiero esto antes que ver infectados siendo asesinados o sangre derramada sin sentido, que solo satisface al fanático más purista. Es justamente en esa dimensión humana, más allá de lo moral, donde reside uno de los grandes aciertos de la serie.


Por otro lado, las decisiones de Ellie están más relacionadas con su búsqueda de venganza por la pérdida de quien fue su protector. Se intenta mostrar una deshumanización progresiva a través de un camino de muerte; sin embargo, esta línea argumental es poco explorada y vacío. El inicio resulta lento y vacío, mientras que el final se siente apresurado, aunque ligeramente más efectivo si lo que se busca son emociones básicas o inmediatas. Se pretende dar a entender que las decisiones de Ellie no son las correctas y, aunque aciertan en mostrar su planificación para infiltrarse en territorio enemigo y cómo es una persona que improvisa constantemente, es en su guerra interna —y contra las personas que se cruza— donde debería haberse puesto mayor énfasis. Se promete un camino de venganza, pero se entrega más bien un paseo por una ciudad llena de peligros andantes que no generan verdadera tensión ni dilemas de vida o muerte. Cuando Ellie mata a Owen y Mel, el impacto es escaso. No parece haber un desgaste mental en la protagonista; todos los enfrentamientos han sido físicos, pero nunca se cuestiona su causa ni se detiene a pensar cuán lejos ha llegado por alguien a quien amó y luego terminó odiando.


Aun con sus fallas, hay elementos positivos, especialmente ligados al personaje de Pedro Pascal. Su muerte se siente orgánica, incluso natural, por la manera en que sucede. Los flashbacks que muestran el deterioro de su relación con Ellie no solo son gratificantes de ver —pues arrojan luz sobre lo ocurrido después de la primera temporada—, sino que también lo humanizan mucho más, especialmente para quienes solo conocían su versión en el videojuego. Sin embargo, no resulta del todo satisfactorio que estas razones se revelen recién al final de la temporada y no desde el inicio.


En conclusión, la segunda temporada de The Last of Us, pese a tener momentos rescatables, no solo no iguala ni supera a su predecesora, sino que falla en transmitir con fuerza el mensaje que intenta dar: el círculo infinito de la venganza y el peso de las decisiones. Aunque sus fundamentos narrativos tienen lógica, su adaptación a la pantalla no termina de convencer. Veremos con qué nos sorprende la tercera temporada y si un eventual cierre con una cuarta entrega le da sentido a todo este trayecto. No creo que dé para más, ¿no?


Lo mejor: el segundo y sexto capítulo.

Lo peor: el hate estúpido a Bella Ramsey



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