29 Festival de Cine de Lima: Crítica de “O Agente Secreto" (2025)
- Mariano Viza T.
- 14 ago
- 3 Min. de lectura
O Agente Secreto es la película más reciente del cineasta brasileño Kleber Mendonça Filho, protagonizada por Wagner Moura. La cinta formó parte de la Competencia Oficial del Festival de Cannes, donde obtuvo los premios a Mejor Director y Mejor Actor, y compite también en la sección Ficción del 29° Festival de Cine de Lima.
Escribe Mariano Viza T.

La historia transcurre en 1977, en plena dictadura militar brasileña, una época marcada por la represión, la censura y la persecución política. Seguimos a Armando, quien vive bajo la identidad falsa de Marcelo. Tras años de huida, regresa a Recife con la esperanza de comenzar una nueva vida y reencontrarse con su hijo. Sin embargo, la ciudad que debería ser un refugio se convierte en un lugar peligroso, donde vive bajo la constante amenaza de las fuerzas militares y la sombra de la muerte.
La película se mueve entre el drama político —por su contexto histórico— y el thriller policial, gracias a cómo Kleber aborda las interacciones entre personajes y la tensión de las situaciones. Uno de sus mayores aciertos es no exponer el contexto de forma explícita, sino sugerirlo con sutileza a través de escenarios, personajes y atmósferas. Desde la primera escena, la presencia policial se siente, y el suspenso se construye mediante miradas, silencios y movimientos de cámara, evitando diálogos explicativos. Este recurso se mantiene durante todo el metraje: la persecución no se declara, se vive. La calma es aparente; hay siempre una amenaza latente, palpable en pequeños gestos, en apariciones fugaces, en detalles que mantienen la tensión.
A medida que avanza la trama, comprendemos por qué Armando/Marcelo es perseguido. Sin embargo, la narración se presenta como un recuerdo reconstruido a través de grabaciones encontradas en el presente, por una narradora que, como nosotros, quiere descubrir la verdad. El desenlace es repentino y frío, una secuencia breve de persecución que evita el dramatismo convencional. Esto no es una falla: refuerza la idea de que, durante la dictadura, miles de vidas terminaron así, sin épica, sin justicia, solo como un número más. La historia de Armando es una de tantas, y ahí reside su peso. La aparición de su hijo en el presente es especialmente emotiva: no tiene recuerdos reales de su padre, solo fragmentos ajenos, lo que nos recuerda que, como espectadores, también hemos visto una reconstrucción parcial, incapaz de igualar la experiencia real de esa época.
Como en otros trabajos suyos, Kleber incluye aquí una declaración de amor al cine. La acción transcurre en los años 70, cuando se estrenaban clásicos como Jaws de Spielberg o The Exorcist de Friedkin. El cine se presenta como lugar de memoria, salvación y refugio. Para Armando, es su base de operaciones y el espacio donde puede mostrarse tal como es; para su hijo, en el presente, es un puente que le permite reconectarse con su padre a través de cintas de audio. Kleber no solo usa referencias cinematográficas o guiños a estilos autorales de la época, sino que convierte al propio acto de ver cine en un ejercicio de resistencia y reconstrucción.
O Agente Secreto es, a la vez, un retrato íntimo de un hombre marcado por la represión y un homenaje a quienes vivieron y murieron bajo la dictadura militar brasileña. Kleber Mendonça Filho evita los clichés del cine político y opta por una narración sutil, cargada de tensión, que conecta pasado y presente. Es también una película que reflexiona sobre la memoria, sobre lo que se conserva y lo que se pierde, y sobre cómo el cine puede ser un refugio, una herramienta para recordar y, tal vez, para sanar.
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